lunes, 29 de abril de 2019

MAGNANIMIDAD, LA VIRTUD DEL LÍDER


En cierta ocasión un amigo de Julio César le criticó por no aplicarse con mayor ahínco al estudio de la oratoria, considerando que si lo hacía arrebataría el puesto de mejor orador de Roma a Cicerón, y de esta manera derrotarlo en los debates en el Senado. Ante la crítica, Julio César respondió que prefería ser el segundo orador y aplicarse para ser el primer gobernante de Roma.
Esta anécdota describe de manera certera de lo que trata la Magnanimidad: Ser el primero en lo primero.
Aristóteles consideraba a la Magnanimidad como la reina de las virtudes, porque las contenía a todas. Por su parte, su discípulo, Alejandro III de Macedonia, llevó la teoría a la práctica y se convirtió en el paradigma del Gran Hombre. Se podría afirmar que todos los Grandes Hombres de la Historia han tratado de emular a Alejandro, y Julio César no fue la excepción.
Todos los Grandes Hombres han sido grandes líderes. Así pues, de manera consciente o inconsciente los líderes tienen como ideal al Macedonio. Su cultivo de la Virtud le llevó a ser conocido con el epitome de Magno.
Ahora bien ¿Qué es Magnanimidad? En la antigua Grecia, esta virtud estaba relacionada con los actos de heroísmo en la batalla.  Los héroes homéricos eran su representación; Alejandro buscaba emular, e incluso, superar las hazañas de Aquiles. Con el tiempo el concepto se extendió a otros actos en los que se demostraba excelencia.
En tal sentido, la Magnanimidad es la virtud que mediante su cultivo lleva a los hombres a querer ser merecedores de los grandes honores Es necesario detenernos a reflexionar sobre este concepto.
En primer lugar, para ser merecedor de grandes honores es condición ser reconocido como el primero en el cultivo de las otras virtudes aristotélicas: el magnánimo busca ser el más valiente, el más sabio, el más amable, el más liberal, el más veraz. Pero también ser el primero en el cultivo de las Artes, Ciencias o Técnicas.
Luego, los líderes se esfuerzan por tener mérito; por tanto, nunca ocuparían un cargo, obtendrían un premio o ganarían un concurso si es que no tienen mérito. Hacer trampa o ganar una posición a cambio de un favor es lo más deshonroso, y por tanto contrario a la Magnanimidad.
Y en tercer lugar, como ya se dijo, los líderes buscan ser los primeros en lo primero. Todo aquello que no sea merecedor de Gloria, o dicho de otra manera todo aquello que no se considere un servicio a nuestro país o al mundo y que nos lleve a trascender, no merece el esfuerzo del líder.

El Areté
La enseñanza griega tenía como propósito alcanzar el Areté, o Excelencia, en tres aspectos: el pensar, el hablar y el hacer (dialéctica, retorica, técnica). Teniendo como escala la Magnanimidad; Esta virtud se complementaba con otras dos virtudes: la Justicia y la Templanza.
Siendo la Magnanimidad el ideal, la Templanza era el juicio que tiene el individuo sobre sí mismo; y la Justicia, el juicio sobre el prójimo.
La malla curricular griega comprendía la enseñanza de Oratoria, Dialéctica, Geometría, Filosofía, Música, Historia, Política y Economía, pero también Gimnasia y Lucha, de acuerdo al precepto de mente sana en cuerpo sano.  De esta forma se aseguraba la formación de ciudadanos de mente y cuerpo fuertes.


La Magnanimidad en la actualidad:
En un programa de opinión le preguntaban al invitado qué se necesitaba para superar la pobreza en el Perú. El invitado dio una respuesta que hoy para muchos podría parecer un insulto a nuestra identidad nacional, pero no por eso deja de tener razón. “El Perú saldrá de la pobreza cuando sus ciudadanos se apliquen a ser los primeros en la ciencia y en el arte, y dejen de afanarse por asuntos de menos importancia como el la comida y el futbol”. Recordemos que la Magnanimidad consiste en ser los primeros en lo primero.
Por otra parte, el cultivo de la Magnanimidad en las aulas de escuelas y universidades, pasaría por ser la solución al problema de la corrupción. Niños y jóvenes que hoy aprendan que el honor, el premio, el dinero debe ir de la mano con el mérito, con la dignidad, serán los adultos que mañana rechazaran todo acto de corrupción, pero aun así busquen la excelencia en cada una de sus actividades.



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